El cuerpo que piensa: feminismo, sensualidad y libertad emocional
- Maria Scara

- Oct 19
- 5 min read

En 1949, Simone de Beauvoir escribió una frase que aún resuena: “No se nace mujer, se llega a serlo.” Esa afirmación cambió el rumbo del pensamiento moderno. Desde entonces, el feminismo se ha expandido en distintas direcciones, integrando la filosofía, la política, el arte, la psicología y la vida cotidiana.
Cada generación ha reinterpretado esa idea desde su propio tiempo. Lo que comenzó como una lucha por derechos civiles se ha transformado en una reflexión profunda sobre el cuerpo, el deseo y la libertad interior. Hoy, el feminismo es una conversación abierta sobre cómo vivimos dentro de nosotros mismos y cómo habitamos el mundo.
El cuerpo que piensa
Durante décadas, la psicología separó mente y cuerpo. El pensamiento se colocaba arriba y el cuerpo quedaba abajo, como si fueran dos mundos distintos.Las teorías contemporáneas, desde la neurociencia hasta la psicología somática, muestran lo contrario: el cuerpo siente, recuerda, interpreta y aprende.
Antonio Damasio explicó que las emociones surgen de señales corporales, y que los marcadores somáticos guían nuestras decisiones mucho antes de que intervenga la razón. Francisco Varela y Evan Thompson propusieron la cognición encarnada, donde la mente se entiende como una red viva que incluye el cuerpo y el entorno.
Cuando una persona se mueve, baila, respira o toca un instrumento, está generando conocimiento. El cuerpo no ejecuta: comprende. Y esa comprensión es esencial para la salud psicológica.
La terapia somática, la danza-movimiento o la bioenergética entienden el cuerpo como un archivo emocional. Cada tensión o bloqueo guarda información, y el movimiento permite reorganizarla. Desde esta mirada, la sensualidad se interpreta como un indicador de bienestar psíquico.Cuando alguien se siente libre para disfrutar, moverse y expresar deseo, su energía vital fluye con coherencia. El deseo, lejos de ser una amenaza, funciona como una corriente de vida que impulsa autenticidad, placer y presencia emocional.
La sensualidad como poder
Durante mucho tiempo, la sensualidad se asoció a la mirada externa. Hoy se comprende como una forma de autoconciencia. No es un rol ni un disfraz: es la experiencia de sentir la propia vitalidad.
La poeta Audre Lorde llamó a esto el poder de lo erótico. Decía que lo erótico es una fuente interna de energía creativa, una fuerza que no busca aprobación, sino conexión. Esa es la esencia de la sensualidad como empoderamiento: un cuerpo que sabe lo que siente y elige cómo compartirlo.
La psicología contemporánea y las prácticas artísticas coinciden en que la sensualidad tiene un valor terapéutico. Favorece la autorregulación emocional, refuerza la autoestima y devuelve a la persona una sensación de unidad. El cuerpo que siente sin miedo amplía la mente; el cuerpo que disfruta reorganiza la historia emocional.
La plasticidad erótica
El psicólogo Roy Baumeister introdujo el concepto de plasticidad erótica: la capacidad humana para adaptar el deseo a la experiencia, la cultura y el momento vital. El deseo cambia con las circunstancias, los vínculos y la identidad. Esta idea coincide con el enfoque feminista que entiende la sexualidad como algo vivo, cambiante y moldeable. La sensualidad, por tanto, se convierte en un terreno de exploración interior, una práctica consciente de libertad.
Principales corrientes del feminismo actual
El feminismo se ha diversificado en múltiples líneas, todas con un objetivo común: la igualdad y la autonomía.
Feminismo radical: centra su lucha en desmontar el patriarcado como sistema de poder estructural. Cuestiona las jerarquías que sostienen la desigualdad de género.
Feminismo abolicionista: busca eliminar prácticas que considera formas de explotación, como la prostitución y la maternidad subrogada. Defiende políticas que protejan los derechos de las mujeres y su integridad corporal.
Transfeminismo: une el feminismo y la teoría queer. Amplía la lucha a todas las identidades de género y critica las estructuras binarias.
Feminismo de igualdad: inspirado por Beauvoir, busca la equiparación de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.
Feminismo de la diferencia: pone en valor las cualidades femeninas y la diversidad de lo femenino, invitando a celebrarlas en lugar de ocultarlas.
Feminismo socialista: conecta la opresión de género con el sistema capitalista y aboga por una transformación económica y social.
Ecofeminismo: vincula la defensa del planeta con la igualdad de género, señalando la relación entre la explotación de la naturaleza y la dominación patriarcal.
Ciberfeminismo: ve en la tecnología un espacio de emancipación y expresión libre de género.
Feminismo filosófico: reclama la inclusión de autoras y su pensamiento en la historia de la filosofía.
Feminismo separatista: promueve la creación de espacios y comunidades exclusivamente femeninas como vía de desarrollo personal.
Feminismo disidente: cuestiona las posturas dogmáticas y busca un debate más abierto dentro del movimiento.
Feminismo liberal: defiende la igualdad de género a través de la libertad individual y el acceso a las mismas oportunidades económicas.
Feminismo factual: reconoce las diferencias biológicas, pero las integra en un marco de igualdad de oportunidades.
Estas corrientes reflejan la riqueza del pensamiento feminista contemporáneo. Todas coinciden en que el cuerpo, el deseo y la voz son campos de transformación política y personal.
Feminismo y psicología del cuerpo
Integrar feminismo y psicología es entender que el cuerpo también tiene discurso. Cada emoción reprimida deja una huella física; cada movimiento consciente repara una historia. El feminismo, al devolver valor al cuerpo, también devuelve valor a la experiencia subjetiva.
Cuando el cuerpo se escucha, la mente se aclara. Cuando el deseo se reconoce, la energía psíquica se organiza. Esa integración produce bienestar, coherencia y poder interior.
En este sentido, la sensualidad representa la madurez emocional de una persona. Es señal de aceptación, autoconocimiento y libertad. Es el punto donde la mente y el cuerpo dejan de discutir y empiezan a colaborar.
Feminismo contemporáneo y nuevas olas
El feminismo actual —la llamada cuarta ola— se caracteriza por su interseccionalidad y su capacidad de adaptación a los desafíos del siglo XXI. Incorpora la diversidad de identidades, la lucha contra la violencia en línea, la igualdad salarial y la visibilidad LGBTQ+.Gracias a las redes, el discurso feminista se ha globalizado y democratizado, permitiendo que más voces participen en la conversación.
El feminismo contemporáneo también ha devuelto espacio al placer como derecho. Desde la educación sexual integral hasta la representación en los medios, la sensualidad y la autonomía corporal se entienden como formas de justicia emocional y social.
Sensualidad como empoderamiento
Sentir es un acto político. Mover el cuerpo desde la consciencia, reconocer el deseo y disfrutar del propio placer son gestos de autonomía y salud mental. La sensualidad no es superficialidad: es una forma de conexión con la vida.
Cuando la persona se permite sentir placer sin culpa, está ejerciendo soberanía emocional. La sensualidad encendida desde dentro se convierte en un eje de autoestima y presencia.Esa libertad interior tiene efectos visibles: reduce el estrés, mejora el ánimo, fortalece los vínculos y refuerza la coherencia entre lo que se siente, se piensa y se hace.
Para reflexionar
¿Qué lugar ocupa la sensualidad en tu vida cotidiana?
¿Te permites disfrutar del cuerpo sin juzgarte?
¿Qué ideas heredadas sobre el deseo y el placer estás dispuesta a revisar?
¿Cómo influye tu forma de sentir en tus relaciones y decisiones?
¿Qué te dice tu cuerpo cuando por fin lo escuchas?
Bibliografía consultada (selección breve):
Beauvoir, S. de (1949). El segundo sexo.
Lorde, A. (1978). Uses of the Erotic: The Erotic as Power.
Butler, J. (1990). Gender Trouble.
Baumeister, R. F. (2000). Gender differences in erotic plasticity. Psychological Bulletin, 126(3).
Damasio, A. (1994). Descartes’ Error: Emotion, Reason, and the Human Brain.
Varela, F., Thompson, E., & Rosch, E. (1991). The Embodied Mind.
Lowen, A. (1975). Bioenergetics.
Fuchs, T. (2016). Embodied cognitive neuroscience and its relevance for psychiatry.
Koch, S. C. et al. (2019). Effects of dance movement therapy and dance on health-related psychological outcomes. The Arts in Psychotherapy.




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